BOADILLA DE RIOSECO

Tres grandes arquitectos, de talla mundial, como son el brasileño Oscar Niemeyer, el español Santiago Calatrava y el inglés Norman Foster han dejado parte de su obra en Boadilla de Rioseco, un despoblado pueblo de Tierra de Campos. 

Desde hace unos años Juan Carlos se puso en contacto con los jefes de obra de las diferentes compañias constructoras que estaban levantando en España tres proyectos y a través de ellos se hizo con parte de la herramienta utilizada en dichas obras, concretamente unos discos de diamante para corte y discos abrasivos de diferentes tamaños que van desde los 30 cms hasta los 200 cms de diametro. Desde agosto de 2014, y formando parte del proyecto Boadilla de Rioseco Arte bajo el título genérico de “Las vueltas que da la vida”, se han instalado en los exteriores de 3 de las tapias del camposanto casi un centenar de piezas que se utilizaron en las obras de estos arquitectos:

- En Avilés se estaba levantando el complejo cultural Centro Niemeyer del brasileño Oscar Niemeyer y algunos de los discos fueron utilizados en el pulimentado del pavimento de hormigón blanco de la gran “plaza abierta”. El artista guatemalteco Alejandro Noriega intervino con pintura acrílica 19 de ellos que son los que han quedado situados en la tapia orientada al este con el título de “Polvo estelar”.

- En Valencia, una parte de los edificios de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias están firmados por el español Santiago Calatrava. El L’Hemisfèric es una de las construcciones de arte moderno más importantes y espectaculares del mundo, en el pulimentado de su enorme bóbeda se utilizaron una parte de los discos más pequeños con los que Juan Carlos Melero ha “compuesto” en el gran pentagrama de la pared sur del cementerio el “Réquien del Purgatorio”.

-Y por último, en Madrid, los discos más grandes sirvieron para cortar el granito, el mármol y el hormigón de la Torre Repsol, el edificio más alto de España. de Sir Norman Foster, Javier Melero ha creado la obra “Cuestión de tiempo”. Las enormes ruedas dentadas de acero son los engranajes de un gran reloj que va marcando el tiempo que nos queda para pasar a ocupar un espacio al otro lado de la valla. Más tarde o más temprano todo llegará, solo es cuestión de tiempo. Estas grandes piezas de diferentes aleaciones de acero tenían como destino final ser llevadas a la chatarra para acabar engullidos y desaparecer fundidas en la colada de un gran horno. Ahora han quedado también fundidas, pero por suerte en el paisaje. Una nueva vida en los muros del pequeño cementerio de Boadilla de Rioseco.
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