SARA LEW

ALGUIEN ESPECIAL

Paula balancea su cuerpo como un péndulo mientras la silla de madera que la acoge intenta mantener sus cuatro patas en el suelo. De vez en cuando se centra en la actividad que han puesto para ella y va ensartando las cuentas en el hilo. Cuando el collar parece acabado, deja caer de sopetón las bolitas de colores sobre la mesa y vuelve a empezar. Así pasa las horas, sin apenas percatarse de su entorno ni de sus compañeros. O eso parece, porque esta tarde, volviendo con sus padres en el coche. Paula está más nerviosa que de costumbre. Gesticula mucho y se golpea la cabeza contra el asiento mientras repite con su hablar casi incomprensible. “Martín no ha ido”, “Martín no ha ido”.




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